La victoria del Mercado: Internet y la marginación social

Una reflexión sobre las consecuencias de Internet en relación con la marginación social.

Vivimos bajo universos simbólicos. Nuestro Estado, aunque podemos delimitarlo físicamente, yendo de un extremo a otro para delimitar con una regla y marcador los límites espaciales que contienen el territorio, en realidad es más imaginario que natural o físico. Es decir, es el resultado de una invención colectiva, o como dirían Berger y Luckmann, de una matriz de significados sociales que “ponen cada cosa en su lugar”, proporcionando así una legitimación definitiva del orden en el que vivimos. Consecuencia: no hay un nación real o natural, más bien una ficción discursiva/material nacional, un Estado simbólico.

 

Entendiendo esta idea, podemos asumir que como parte de un universo simbólico el Estado no es un producto terminado y definitivo que perdura en el tiempo; más bien es una red de relaciones de poder cambiante, un proceso indefinido y heterogéneo que funciona siempre en función de la disposición de actores, invenciones tecnológicas (Internet), instituciones y modos de producción y organización.

 

Ahora bien, la introducción del neoliberalismo ha producido una transformación no sólo de las políticas penales sino también de las mismas políticas del Estado-nación o de Bienestar (Bergalli, 2009). El Mercado ha suplantado al Estado, y por ende, éste ya no puede protegernos a nosotros -su pueblo- de las dinámicas económicas actuales; ha sido rebasado sin capacidad de respuesta ante la lógica global, capitalista, híper-conectada que determina cuando una nación amanecerá con una inflación impresionante o con mayor deuda externa.

 

Digamos que ha habido una transición. Siguiendo a Lewkowicz, podemos argüir que antes imperaba el Estado-Nación, en el cual, el ciudadano estaba sujeto a un contrato social, y por ende, a un código penal que lo sancionaba si rompía con el acuerdo preestablecido; su deber legal era la instancia primera, mientras que los derechos eran un derivado (“hay ley ergo tengo derechos”).

 

Ahora, en cambio, se encuentra el Estado técnico-administrativo (apegado al mercado), de modo que el ciudadano ha desparecido, permitiendo la entrada de consumidor: un sujeto que posee derechos sólo por estar inserto en el mercado global, éstos resultan simplemente de su afirmación o enunciación casi ilimitada (el ergo ha desaparecido). Sin embargo, dentro del actual Estado/Mercado, estos derechos, paradójicamente, no se derivan de la naturaleza de los individuos, sino de una potencia de otro orden, esto es, de un terreno neoliberal inestable y caótico que no deja predecir al Estado -ni a la mayoría de los ciudadanos/consumidores- de lo que ocurrirá el día de mañana.

 

En suma, los derechos humanos ya no son acuerdos sociales, sino oportunidades que permite disfrutar la bolsa de valores; hecho que aumenta las diferencias sociales, marginando a los que no se adaptaron a las nuevas condiciones profesionales y económicas. Y lo más preocupante es que nuestra tecnología informática y cibernética (a la que le estamos apostando) juega un papel esencial en la consolidación de esta estructura social: desde luego, Internet funciona como una tecnología que incrementa la desigualdad y exclusión social entre quienes tienen acceso a la red y los que no; toda una brecha o divisoria digital (Castells, 2001).

 

Es de preocuparnos, nuestras ficciones o universos simbólicos actuales no funcionan para el bien común. Tanto el Estado técnico-administrativo, junto con su lógica actual neoliberal y la producción de tecnologías cibernéticas alienantes producirán únicamente una mayor marginación. No es casualidad que en las cárceles ya no estén sólo los enemigos de la nación, aquellos que rompieron el pacto social bajo su propia voluntad, también están los excluidos de la estructura neoliberal, los que no pudieron encontrar sus derechos por la dinámica voluble y acelerada del mercado y la tecnología. Lamentablemente, estos centros los hemos convertido no en lugares de reinserción sino en depósitos humanos para pobres, o mejor dicho, alienados del mercado actual. 

 

 

 

Luis Jaime González Gil

Maestro en Psicología Social por la Universidad Autónoma de Barcelona y Director de eResearch en Antropomedia

Email: luisjaime@antropomedia.com

 

 

 

Referencias

  • Bergalli, R. (2009). Violencia y sistema Penal: Fundamentos ideológicos de las políticas criminales de exclusión social En: Bergalli, R.; Delgado M.; Garcés M.; González, F.; Horta; G., Izard M.; Larrosa J, López; A. López S. y Muniesa, B. (2009). La humillación: Técnicas y discursos para la exclusión social. España: Ediciones Bellaterra.
  • Berger, P., y Luckmann, T. (2003). La construcción social de la realidad. Amorrortu: Buenos Aires.
  • Castells, M. (2001). La Galaxia Internet. Barcelona: Areté.
  • Lewkowicz, I. (2004). Pensar sin Estado: la subjetividad en la era de la fluidez Buenos Aires: Paidós.