El desorden cibernético

Desorden Cibernético - Antropomedia

Vivimos en la soberanía de la palabra. De una u otra manera, la realidad se constituye en y por lo que decimos. Las personas al hablar no sólo están describiendo el mundo, sino también le están dando forma, configurando sus particularidades y legitimando un cierto tipo de orden social, ya sea capitalista, comunista, monárquico, entre otros. Las palabras no son signos muertos que descansan en las cosas, como si éstas tuvieran impregnada una etiqueta en lo más profundo de su ser, lo que nos incita a que las nombremos de una manera específica, sino que las cosas (y el mundo) adquieren un sentido a partir de lo que decimos (Potter, 1998), a tal extremo que, como diría Borges (2011), no hay proposición que no implique al universo entero. Giro lingüístico: concepción del lenguaje en términos generativos. Cuando parlamos no sólo cumplimos la función de transmitir un mensaje, también efectuamos una acción: construimos objetos que nombrar (el loco), espacios para que los sujetos puedan hablar (la posición del psiquiatra), campos de coordinación y subordinación de enunciados (el discurso médico), entre otros. (Foucault, 2008). En fin, enunciar, en todo momento, es realizar un acto (Austin, 1982).

 

El lenguaje se empodera del entendimiento de la realidad. Las personas narramos todo el tiempo lo que observamos, leemos y pensamos; sin embargo, en el acto, o mejor dicho, en la reproducción del comentario siempre hay un espacio para la interpretación del acontecimiento. Foucault (1973), denomina “comentario” a un procedimiento que conjura el azar del discurso, y a la vez, permite decir otra cosa aparte del texto mismo con la condición de que sea ese mismo texto el que se desarrolle. No obstante, si el comentario no se involucra en la dinámica de la repetición, se olvida. Dos lógicas: por un lado, están los comentarios que se dicen y desaparecen en el momento; y por otro, los que permanecen dichos y seguirán siendo dichos, aunque esto no es eterno: algunos con el tiempo son superados y se desvanecen. Al final, lo nuevo no está en lo que se dice, sino en el acontecimiento de su retorno.

 

Según Pisani y Piotet (2009), en la web de hoy, aproximadamente 60% de los datos los publican los usuarios. En internet, tanto los blogs, las redes sociales y las nuevas plataformas de publicación facilitan que el internauta se transforme en un webactor, es decir, un copartícipe del contenido que se encuentra en la Web. Por ejemplo, Digg, un sitio web fundamentado en la combinación de marcadores sociales, blogging y sindicalización sin jerarquías (todo se basa simplemente en la belleza del voto), otorga un papel esencial a los usuarios de la web de hoy: la participación en la organización de las informaciones. Ahora el orden ya no se establece de antemano ni por una programación jerárquica, sino mediante los votos de los webactores.

 

Internet se ha convertido en una plataforma que al involucrar múltiples voces genera un nuevo orden de organización de los datos, un tercer orden diría Weinberger (2008). Para el autor, existen tres órdenes del conocimiento en la organización de la información: el primero es el que se sustenta en el reino de los objetos, como en una biblioteca con libros en las estanterías. El segundo tiene que ver con los metadatos, es decir datos que se separan de lo físico, como un catálogo que contiene la información de los libros de una biblioteca. La información de la libreta no es el dato en sí, sino un metadato. Por último, el tercero es el de la digitalización de todo el contenido -datos y metadatos-, un orden que aporta una distribución más eficiente y una selección y toma de sentido a voluntad del webactor, independientemente de la palabra del experto. En el mundo digital podemos trascender la regla más fundamental de la ordenación del mundo real: en vez de que cada cosa tenga su sitio, es mejor que las cosas puedan tener varios sitios a la vez (Pisani y Piotet, 2008).

 

Llegó la hora del desorden cibernético, una nueva manera de configurar la realidad a causa de las múltiples voces en correlación. A medida que la plataforma permite que una multiplicidad de discursos se entrecrucen en un entramado social, es posible que estallen por doquier una serie de interpretaciones de cualquier temática. Precaución: estamos entrando a una nueva era, la de la exuberancia del comentario y la muerte del experto. La voz del experto se está desvaneciendo poco a poco. Los no expertos pueden participar con mayor facilidad en la gran conversación digital. El acto de taggear, es un ejemplo de ello, ya que cuando taggeamos abiertamente un archivo de audio, imagen o texto, nuestra significación se impregna en la Web, cediéndole la palabra a los datos ya marcados por la forma en que entendemos y construimos la realidad.

 

 

 

Luis Jaime González Gil.

Email: luisjaime@antropomedia.com

 

 

 

Referencias

Austin, J. (1982). Cómo hacer cosas con palabras. Barcelona: Paidós.

 

Borges, J. L. (2011). El Aleph. Distrito Federal: Random House Mondadori.

 

Foucault, M. (1973). El orden del discurso. Barcelona: Tusquets.

 

Foucault, M. (2008). La arqueología del saber. Madrid: Siglo XXI.  

 

Pisani F. & Piotet D. (2009). La alquimia de las multitudes: cómo la web está cambiando al mundo. Barcelona: Paidós Ibérica.

 

Potter, J. (1996). La representación de la realidad: Discurso, retórica y construcción social. Barcelona: Paidós.

 

Weinberger, D. (2008). Everything is miscellaneous: the power of the new digital disorder. New York: Times Books.